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How Did Scribes and the Scribal Tradition Shape the Hebrew Bible? (Spanish)

Los escribas del Cercano Oriente antiguo vivieron y trabajaron en una cultura en la cual los textos se transmitían de forma oral/auditiva. Esto ayuda a explicar las variantes en las diferentes formas de la Biblia escrita.


Qumran Rule of Community

¿De qué manera los escribas y la tradición de los escribas dieron forma a la Biblia Hebrea?
Autor: Ian Werrett
Traducción: Ruth Iliana Cohan (Asociación Bíblica Argentina)

Los escribas del antiguo Israel eran una pequeña minoría alfabetizada en una cultura abrumadoramente oral y analfabeta. Fueron estos escribas quienes pusieron por escrito las tradiciones orales de su gente, editaron relatos independientes en libros y crearon nuevas composiciones. Al parecer, algunos de ellos pertenecían a la clase sacerdotal, una tribu sin tierras, pero con el tiempo y los recursos necesarios para dedicarse a las actividades literarias. Otros escribas, como los encargados de registro, los “historiadores” y los escritores de cartas en los palacios reales y en los centros urbanos administrativos, estaban afiliados con el equivalente antiguo de los gremios profesionales. 

Los estudiosos modernos están divididos con respecto a la existencia de escuelas de escribas en Israel durante la Edad de Hierro (1200-539 a. e. c.). Pero la eventual estandarización de las formas de letras hebreas y el sistema de escritura entre los siglos VIII y VI a. e. c. presumiblemente habría dado lugar a reglas codificadas y principios de lenguaje que luego los escribas habrían aprendido. La educación de los escribas en el antiguo Israel fue sostenida, al menos en parte, por el estado y el culto del Templo, aunque algunas artes de los escribas pudieron haberse enseñado dentro de un pequeño número de familias.

Incluso después de que las primeras partes de lo que más tarde se convertiría en las Escrituras fueran puestas por escrito (tal vez en los siglos VIII a VII a. e. c.), la oralidad seguía siendo el principal medio de transmisión del material que finalmente se convertiría en la Biblia Hebrea. En realidad, la tradición oral/auditiva continuó siendo el modo principal por el cual la mayoría de las personas accedían a las “Escrituras” tanto a lo largo del periodo Bíblico como fuera de él. La mayoría de la gente no leía los textos que más tarde se convertirían en partes de la Biblia sino que los escuchaban. Las tasas de alfabetización en el Cercano Oriente antiguo, incluido Israel, eran extremadamente bajas: entre el 5 y el 15 por ciento de la población total, donde los centros urbanos promediaban los porcentajes más altos. Y mientras que la gran mayoría de las personas alfabetizadas y los escribas parecen haber sido hombres en el extremo superior del espectro socioeconómico y social, los textos recuperados de la antigua Mesopotamia y Egipto indican que mujeres, hijas de escribas o miembros del séquito real, en ocasiones también actuaban como escribas.

Los antiguos escribas israelitas tenían muchas oportunidades de contactos con personas alfabetizadas de otras culturas, por ejemplo, a través de los comerciantes que intercambiaban bienes e historias, o mediante figuras militares y gubernamentales tanto locales como extranjeras. Estas interacciones verbales ofrecían una manera de relacionarse con el paisaje conceptual común y las tradiciones lingüísticas del Cercano Oriente antiguo. Algunos mitos, tradiciones, leyes y folklore no israelitas se hicieron parte de la tradición de Israel. Pero a medida que la identidad y las creencias de los israelitas comenzaron a configurarse en los siglos previos al exilio en Babilonia, los escribas judíos empezaron a invertir cada vez más tiempo en definirse a sí mismos y a su tradición religiosa sobre y contra las culturas vecinas. Esta tendencia llegó a su punto crítico durante el exilio en Babilonia (586-538 a. e. c.), cuando la mayoría de las élites judías, incluidos los escribas, fueron forzadamente reubicados en Babilonia. Muchos estudiosos ahora creen que la mayoría de los libros “bíblicos” fueron compuestos y editados en las décadas y siglos posteriores al exilio de 586 a. e. c. Sin embargo, aunque muchas composiciones tratan de mantener el carácter étnico y religioso de los israelitas, también exhiben numerosas similitudes culturales y teológicas con sus vecinos asirios, babilonios, persas y griegos.

Nuestra mejor evidencia de la actividad de los escribas en el judaísmo antiguo, y su relación con la Biblia Hebrea, proviene del testimonio de los Rollos del Mar Muerto. Descubiertos a inicios de 1947, los Rollos del Mar Muerto de Qumrán, que datan aproximadamente desde el 250 a. e. c. al 68 d. e. c.,  han producido copias de todos  los libros “bíblicos”, excepto Ester, y múltiples copias y versiones de ciertos libros como los Salmos, Deuteronomio e Isaías. Unos 220 de los 980 rollos recuperados de las cuevas a lo largo de la costa noroeste del Mar Muerto son “bíblicos”, lo que significa que contienen fragmentos de lo que luego se convertiría en la Biblia Hebrea. Aunque muchos de estos manuscritos son idénticos al texto consonántico que luego se convertiría en estándar en el judaísmo posterior (Texto Masorético), otros divergen de este texto de manera sorprendente. (Estos son más similares al texto hebreo del cual se tradujo la Septuaginta, la primera Biblia griega). Si bien los escribas que redactaron los Rollos del Mar Muerto no eran “autores” en el sentido moderno, ellos fueron los responsables de escribir, copiar y editar. No está claro el grado de libertad y autonomía que tenían los escribas al transmitir un texto, pero al menos conservaban las ampliaciones de otros atendiendo a los silencios en los textos, articulando nuevas opiniones teológicas o combinando reglas que se ubicaban en diferentes libros “bíblicos”. Hasta el cambio de milenio, los escribas de los Rollos del Mar Muerto y las comunidades relacionadas vivieron en una época en la que eran libres de innovar. Aún no había una forma finalizada de la Biblia Hebrea.

El hecho de que los escribas, editores y copistas no estuvieran casados con la  “autenticidad” o con la idea de que la exactitud “palabra por palabra” mantuviera la sacralidad de un texto, queda claro en las innumerables variantes en el material de la fuente primitiva que finalmente fue conocida como “la Biblia”. Esto explica por qué el texto hebreo de Génesis 2:2 dice que “Dios cesó en el día séptimo”, mientras que la Septuaginta y otras versiones antiguas (el texto Samaritano y la Peshita) reflejan un texto diferente que dice “Dios cesó en el día sexto”. De manera similar, el texto Masorético en Éxodo 1:5 establece que 70 descendientes de Jacob bajaron a Egipto, mientras que la Septuaginta, dos fragmentos de los Rollos del Mar Muerto y algunos otros testimonios ofrecen el número de 75. En la mayoría de las versiones de Isaías 6:3 la palabra “Santo” se repite tres veces, pero el Gran Rollo de Isaías de Qumrán lo traduce sólo dos veces: “Santo, Santo es el Señor de los ejércitos”. Una comparación cuidadosa de los antiguos testimonios del texto bíblico muestra “pequeñas” variantes en prácticamente todos los versículos, lo que indica que los copistas durante el periodo tardío del Segundo Templo no se veían a sí mismos como “fotocopiadoras” ni creían que debían reproducir textos con exactitud y precisión.

Este tipo de copia inexacta, ya sea en el caso de libros que aparecen en ediciones fundamentalmente diferentes o en palabras que difieren un poco aquí y allá, muy posiblemente tuvo su origen en la cultura oral que originalmente produjo lo que se convirtió en la Biblia. En la mayoría de estas culturas, no se esperaba que las personas memorizaran el “texto” exactamente, sino que tenían la libertad de cambiar elementos del relato, embellecer, ajustar la longitud para contextos particulares de actuación y, ciertamente, parafrasear. Esto puede ayudar a explicar por qué, incluso cuando los “textos bíblicos” fueron puestos por escrito, fueron mucho más flexibles en su contenido y fraseología de lo que podríamos imaginar. De hecho, también podemos señalar ejemplos de los Rollos del Mar Muerto, como el Apócrifo del Génesis y Jubileos, que traducen la “Biblia” y la reescriben ampliamente. Estos también reflejan un entorno en el que los textos que llegaron a ser la Biblia eran extremadamente flexibles.

Incluso, una vez que la colección de libros que formaron la Biblia (el canon) comenzó a estabilizarse, cada versión de un libro retuvo variantes. Esto no es sorprendente, en el mundo del Cercano Oriente antiguo, las obras importantes generalmente circulaban en diferentes versiones y entre diferentes comunidades. Tales variaciones eran un reflejo de las diversas tradiciones orales y la interpretación de los escribas de esa tradición.

  • Ian Werrett

    Ian Werrett is associate professor of religious studies and director of the Spiritual Life Institute at Saint Martin’s University in Lacey, Washington. He specializes in the Hebrew Scriptures, the Dead Sea Scrolls, ancient Judaism and early Christianity. Werrett is the author of Ritual Purity and the Dead Sea Scrolls (Brill Academic, 2007).